domingo, 18 de noviembre de 2012


Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumba,
para saludar a la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando solo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mi lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tu justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Luis Cernuda

Porque este poema siempre me pondrá la piel de gallina

lunes, 12 de noviembre de 2012


En esta noche oscura veo todas las cosas tal y como las dejé hace años. La cama deshecha junto la mesa llena de libros antiguos. La ventana cerrada manteniendo el olor a moho. El armario continua medio abierto. Una espesa capa de polvo lo cubre todo. 
Una lágrima fría se desliza por mi mejilla. El pasado vuelve. Mi mente nublada por el recuerdo no puede pensar. El libro que he cogido hace un momento cae... yo caigo con él. 
Y allí en la habitación con todos mis recuerdos yo me vuelvo parte de ellos.