Le observaba con ojos relucientes... no, no era a ella, miraba más allá, a ese punto en la pared, el mismo siempre, solo durante unos segundos, pero cada día los mismos segundos...
No, serían imaginaciones suyas, en esa pared no había nada, ni un cuadro, ni un insecto, ni una mancha, nada que pudiera llamar su atención.
Y aún así, durante unos segundos, cada día, su gato miraba ese punto exacto, justo detrás de ella.
Parecía querer decirle algo, pero qué podría ser...
Un día como otro cualquiera, durante los mismos segundos, su gato volvía a mirar ese punto en la pared, y ella decidió darse la vuelta... y por primera vez lo vio...
Pero no era nada que hubiera imaginado, no sabría explicarlo, era como una luz, sin ser luz; una bruma sin ser bruma... se acercó, alargó su mano para intentar tocarlo, y cuando estaba a punto de hacerlo... su gato maulló.
Y por un instante recordó que ella nunca había tenido un gato...
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