Vacía... llorando en la cama... dando vueltas... inventando mil historias que nunca han sucedido ni sucederán... se acabó.
Todo ha terminado. Los buenos y los malos momentos ya no volverán a repetirse... no más lágrimas acompañadas de malos sentimientos que afloran dentro de ti por no entender qué es lo que mueve sus acciones... no más sentirse sola cuando se supone que él está ahí, contigo... no más ver cómo tiene tiempo para todo y tod@s menos para ti.
Sabes que es lo mejor... todo debe terminar... pero duele. Duele porque aún le quieres, porque ves que a él no le afecta... porque te gustaría que todo se solucionara aún sabiendo que no tiene solución... pero él se queda ahí, expectante, haciendo su vida esperando que tú te adaptes a ella... porque esa es su vida y tú no vas a cambiarla...
Tú. La que deberías de ser una de las prioridades de esa vida pasas a ser una obligación... una obligación que él desea esquivar por todos los medios... que solo cuando a él le apetece o le viene bien es bien recibida... pero solo para un rato...
Se acabó...